La vida del discípulo, vida de amor

El Espíritu Santo manifestó a Pedro y a los apóstoles que la Iglesia fundada por Jesús no debería estar compuesta únicamente de judíos, sino de hombres y mujeres de todas las naciones. La Iglesia es católica, es decir, universal.
El Espíritu Santo nos insta a evangelizar a todos los hombres en todas las periferias del mundo, entendiendo por ellas incluso los entornos más cercanos. Hemos de salir y conocer a todos, no adoptar el espíritu del mundo y ser mundanos, no negar a Jesús y su Evangelio, sino ayudar a los incrédulos y a los no creyentes para que abran sus corazones a Dios y a Jesús, el único que revela el verdadero rostro de Dios.
¡No hay que avergonzarse de Jesús ni de la condición de cristiano! El Espíritu Santo actuará en los corazones de aquellos con quienes nos encontremos.
La vida del discípulo de Jesús debe ser una vida de amor. Jesús, al redimir al hombre pecador, purificó y sanó su amor. El amor no es el amor humano es el amor que se basa en la caridad, en el servicio, en la entrega, en el desprendimiento… ¡Por la gracia recibida de Jesús y por la acción del Espíritu Santo podemos ser capaces de amar y poder amar como Jesús ¡Se trata de encender el fuego del amor en el mundo!
Solo una cosa es importante: ¡amar! ¡Podemos amar porque el Amor de Dios ha sido infundido en nuestros corazones! ¡Por eso hay que pedirle al Espíritu Santo que encienda en el corazón este Fuego de amor que transformará este mundo! La paz no es solo la ausencia de guerras, no es el equilibrio logrado por el poder de los bloques armamentísticos. La paz verdadera, la paz de Dios solo puede encontrar su fundamento en el Amor. Solo el Amor puede provocar la civilización del Amor. ¿Es esta civilización factible? Sí, porque Dios lo quiere y porque el Espíritu Santo puede transformar los corazones de todos los hombres de buena voluntad. Pero el Espíritu Santo no quiere actuar solo. Él necesita la pobreza de nuestra vida, convertirnos en instrumentos sencillos, como necesitó a Pedro y a los apóstoles para la evangelización de los primeros gentiles. Si Pedro no hubiera obedecido al Espíritu Santo y no hubiera entrado en la casa de Cornelio no habrían recibido el Espíritu Santo y no habrían sido bautizados! Impulsado por el Espíritu Santo, llenos de Amor, nuestra misión es despertar a los durmientes bautizados y hacerlos celosos actores de la nueva evangelización. ¡Despertarlos es la gran tarea de los cristianos de hoy! ¿Empezamos?

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¡Padre Celestial, Amor con mayúsculas, que tanto amas a la humanidad por Ti creada, hazme testigo del amor! ¡Derrama, Padre, Tu Santo Espíritu sobre este pequeño instrumentos para que inspirado por el mensaje del Evangelio sea transmisor de amor al mundo, a mi familia, a mi círculo de amistades, a mi entorno laboral! ¡Que Tu Espíritu divino remueva en mi alma el deseo de renovar mi fe, llenarla de esperanza, y me permita profundizar en mi relación con tu Hijo, Jesucristo, para desde la vivencia de la Buena Nueva que Él nos trajo sea capaz de llevar amor a los demás! ¡Concédeme la gracia, Padre, de que el Espíritu Santo derrame sobre mi sus gracias para fortalecer mis debilidades y mis miserias y, desde la fe, ser testigo auténtico del Evangelio en lo cotidiano de mi vida con mi gestos, mis actitudes, mis palabras y mis sentimientos! ¡Hazme ver, Padre, por medio del Espíritu Santo, que mi misión es proclamar el Evangelio! ¡Padre ayúdame a comprender que sin evangelización no cabe la experiencia del Espíritu pero que puedo evangelizar si no arranca de mi corazón una nueva experiencia pascual! ¡Por eso, Padre, te pido que me ayudes a hacer presente el Evangelio en esta sociedad en la que vivo cada vez más alejada de Ti! ¡Padre, reconozco que la evangelización es un don gratuito del Espíritu, y para que sea efectiva ayúdame a profundizar más en mi oración, a impregnar mi trabajo de alabanza y adoración, a vivir una nueva experiencia de Jesús en mi vida! ¡Concédeme la gracia de no avergonzarme nunca de Jesús ni de mi condición de cristiano! ¡Y dame la sabiduría de actuar siempre conforme a tu voluntad!

Jesucristo Basta:

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