¿Bonsái o palmera?

Me inspira la oración de hoy el Salmo 92 y una frase deja su impronta: «El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios». Me viene a la memoria un conocido que tiene como principal entretenimiento el cuidar en su casa una variada colección de bonsáis. En cierta ocasión, enseñándomelos, me recordó que esta afición es un arte delicado no un mero trabajo de jardinería. «Debes saber que es un arte milenario que exige mucho sentido estético y grandes dosis de creatividad, aparte de los conocimientos técnicos sobre alambrado, poda, pinzado…». Además, fue muy taxativo al afirmar exige un gran ejercicio de paciencia y esmero y que si eres «capaz de conservar un árbol en una maceta durante toda su vida, te has ganado la eternidad».
Leyendo el Salmo me sobreviene la imagen del bonsái. Como cristiano no soy como un diminuto bonsái que necesita que constantemente le corten las raíces para impedirle crecer. Al contrario, soy como quiere Cristo semilla que de frutos abundantes, semilla para convertirme en esa alta palmera que crezca como los cedros del Líbano. Cuanto mayor crecimiento interior con la sabia del Espíritu, cuanta mayor altura espiritual y humana alcance, más cercano estaré de ganar la eternidad. No deseo ser como ese bonsái que ve limitado su crecimiento en la maceta de su creador, aprisionado por la poda de la raíces, porque lo que anhelo es crecer hacia lo alto, crecer como cedro y florecer como palmera.
Dios desea mi crecimiento personal como ser humano y como cristiano. Desea mi compromiso de maduración y crecimiento interior. Desea que mi vida se alimente con la sabia de la oración, de la Palabra y de la vida sacramental. Que la riegue cada día con la fe y el amor para que no se apague mi sed de Él. Quiere que mi cuerpo y mi espíritu anhelen cada momento de mi existencia el alimento de su existencia en mi.
Desea que mi vida, como la de una planta, esté suficientemente abonada para que ningún parásito en forma de tentación, de deseo desordenado, de caída, de abandono… me impida crecer.
Y desea también que mi vida, como la de un planta, reciba siempre luz, en este caso la luz inspiradora del Espíritu Santo que ilumine mi interior para darle viveza a mi ser.
Dios quiere que mis raíces se solidifiquen en tierra firme y no se limiten a una pequeña maceta en la que no pueda desarrollar mi verdadero potencial. Dios quiere para mi un crecimiento hacia la eternidad no hacia lo limitado de la vida. Dios quiere que alimente mis raíces cultivando el amor, el afecto cotidiano, el respeto, la caridad, la generosidad, el servicio, la entrega, la humildad, la misericordia, el perdón…
Dios quiere que cada día, para dar frutos, alimente mis raíces para fortalecerlas, para darle robustez al tronco de mi vida. No puedo permitirme ser como el bonsái de mi amigo porque entonces no seré capaz de afrontar las tormentas, las adversidades y los contratiempos de mi vida. Necesito raíces sólidas que imprimen carácter a mi vida.
¡Cuento con la innegable ayuda del Espíritu que alimenta mi interior y me ayuda a crecer con su presencia!

 

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¡Te pido Señor que me ayudes a ser como una palmera de raíces profundas para dar frutos de amor, de paz, de caridad y de bien y permitir que todas las semillas que has sembrado en mi corazón se abran para darlas a los demás! ¡No permitas, Señor, que nunca se marchiten las hojas verdes de las ramas de mi corazón! ¡No permitas, Señor, que el pecado, el egoísmo, la falta de caridad, la soberbia, la tibieza, la poca perseverancia en mi vida de oración carcoma el tronco de mi fe! ¡Haz, Señor, que por medio de tu Espíritu, el árbol de mi vida esté bien enraizado a la tierra y vuelva su mirada hacia el cielo! ¡Haz que las ramas de mi tronco estén tan enraizadas en la verdad del Evangelio que ninguna tormenta de la vida ni ninguna sequía de la fe dejen de producir los frutos del amor, de la mansedumbre, de la misericordia, de la paz! ¡Que sea capaz de dar sombra al que lo necesitan, apoyo al cansado, alimento del fruto al necesitado! ¡Aceptaré, Señor, con sencillez convertirme en un tronco ignorado e inútil que se quede al margen del camino y que nadie repare en mi para convertirme en retablo de vida! ¡Solo te pido, Señor, que me conviertas en un tronco productivo, arraigado a tierra firme —a la fe, a la vida de sacramentos, a los valores cristianos, a una auténtica vida cristiana— y, por medio de tu Espíritu, empápame con el rocío de la gracia!

Hazme crecer, Señor, como los cedros del Líbano:

Un comentario en “¿Bonsái o palmera?

  1. Me siento muy afortunada de haber encontrado esta página. Un día una amiga me invitó a un grupo de what up en el grupo oramos unas por otras y desde que inicie con ella me dí cuenta que no se puede orar con un corazón cerrado y se lo comenté ella.
    Mi amiga descubrió está página y todos los días enviamos la reflexión, la oración y el canto.
    Gracias Señor por poner en mi vida y en la de muchas personas angeles instrumentos tuyos con una sabiduría llena del Espíritu Santo.
    Gracias Gloria a Dios🙌🏻🙏🏻

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